domingo, 29 de enero de 2017

MUSCHA

El otro día, mientras leíamos Muscha, de Anja Tuckermann, os comenté que había una obra de teatro en la que se daba una escena parecida: unos niños comentando cómo sería vivir una guerra justo antes de que dicha guerra comience.


La obra a la que me refería es Las bicicletas son para el verano (1978), de Fernando Fernán Gómez. El fragmento es el siguiente:

PRIMERA PARTE
PRÓLOGO
Campo muy cerca —casi dentro— de la ciudad. Cae de plano el sol sobre los desmontes, sobre las zonas arboladas y los edificios a medio construir. Se oye el canto de los pájaros y los motores y las bocinas de los escasos coches que van hacia las afueras. 

 (Por las carreteras sin asfaltar, por los bosquecillos y las zonas de yerba, pasean dos chicos como de catorce años, PABLO y LUIS. Llevan pantalones bombachos y camisas veraniegas.)

PABLO: Me ha dicho Ángel García que a él le ha gustado un rato. Es de guerra, ¿sabes?
LUIS: Ya, ya lo sé.
 PABLO: A mí son las que más me gustan.
LUIS: ¿Vas con tus padres?
PABLO: Sí, como todos los domingos. Se han empeñado en ir al Proye.
LUIS: Pero ahí echan Vuelan mis canciones.
PABLO: Claro, por eso. Me han mandado a las once a la cola, pero yo he sacado las entradas para el Bilbao. Luego les digo que en el Proye ya no quedaban, y listo.
LUIS: Se van a cabrear.
PABLO: Sobre todo mi madre. Las de guerra no las aguanta.
LUIS: La mía tampoco. Le gustan sólo las de amor.
PABLO: ¿Tú cuál vas a ver?
LUIS: Yo, Rebelión a bordo, de Clark Gable.
PABLO: Todavía no la he visto. Debe de ser de piratas.
LUIS: Sí; a mí, por las fotos, eso me ha parecido.  [...] (Quizá para cortar la conversación, se deja caer por un pequeño terraplén al que han llegado. PABLO le sigue.) ¿Y novelas de guerra has leído? Yo tengo una estupenda.
PABLO: ¿Cómo se llama?
LUIS: El tanque número 13. Si quieres, te la presto.
PABLO: A mí no me gusta leer novelas. El cine, sí. En el cine lo ves todo. En cambio, en las novelas no ves nada. Todo tienes que imaginártelo.
LUIS: Pero es como si lo estuvieras viendo.
PABLO: ¡Qué va! Y, además, son mucho más largas. En el cine en una hora pasan la mar de cosas. Coges una novela, y en una semana no la acabas. Son un tostonazo.
LUIS: Pues yo en una novela larga, de las que tiene mi padre, tardo dos días. Bueno, ahora en verano, que no hay colegio. Y me pasa lo contrario que a ti: lo veo todo. Lo mismo que en el cine.
PABLO: No es lo mismo.
LUIS: Pero bueno, tú, cuando lees novelas verdes, ¿no ves a las mujeres?
PABLO: Bueno..., me parece que las veo. Pero, ¡joder, si hubiera cine verde!
LUIS: ¿Y no te crees que las cosas que cuentan en esas novelas te están pasando a ti?
PABLO: Sí, pero eso es otra cosa.
LUIS: Es igual. Yo, ahora mismo, me acuerdo de El tanque número 13 y puedo ver aquí los combates. PABLO: ¿Aquí?
LUIS: Sí, esto podría ser un buen campo de batalla. En aquel bosquecillo está emboscada la infantería. Por la explanada avanzan los tanques. Los tanques y la infantería son alemanes. Y allí, en aquella casa que están construyendo, se han parapetado los franceses.
PABLO: Aquello va a ser el Hospital Clínico.
 LUIS: Ya, ya lo sé.
PABLO: También habría nidos de ametralladoras.                                                      
LUIS: Sí, aquí, donde estamos nosotros. Un nido de ametralladoras de los franceses. (Gatean hasta la elevación por la que se han dejado caer. Imitan las ametralladoras.) Ta-ta-ta-ta...
PABLO: Ta-ta-ta-ta...
 LUIS: Primero avanzan los tanques. Es para preparar el ataque de la infantería... Alguno vuela por los aires, despanzurrado... ¿No lo ves?   (PABLO le mira, sorprendido.)
LUIS: Aquel de allí... Es porque todo este campo está minado por los franceses... ¡Dispara, dispara, Pablo, que ya sale la infantería del bosquecillo! ¡Ta-ta-ta! ¡Ta-ta-ta!
PABLO: (Que se ha quedado mirando fijamente a LUIS.) ¡Pero bueno, tú estás chalado perdido! LUIS: (Suspende su ardor combativo.) Hombre, no vayas a pensar que todo esto me lo creo.
PABLO: Pues lo parece.
LUIS: No es eso. Lo que quería explicarte es que si leo una novela de guerra, pues lo veo todo... Y luego, si salgo al campo, lo vuelvo a ver. Aquí veo a los soldados de El tanque número 13 y de Sin novedad en el frente, que también la he leído. Y lo mismo me pasa con las del Oeste o las policíacas, no te creas....  (Por la expresión de PABLO se entiende que no tiene muy buena opinión del estado mental de su amigo.)
LUIS: (Se ha quedado un momento en silencio, contemplando el campo.) ¿Te imaginas que aquí hubiera una guerra de verdad?
PABLO: Pero ¿dónde te crees que estás? ¿En Abisinia? ¡Aquí qué va a haber una guerra!
LUIS: Bueno, pero se puede pensar.
PABLO: Aquí no puede haber guerra por muchas razones.
LUIS: ¿Por cuáles?
PABLO: Pues porque para una guerra hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas.
LUIS: Sí, es verdad.
PABLO: Y, además, está muy lejos la frontera. ¿Con quién podía España tener una guerra? ¿Con los franceses? ¿Con los portugueses? Pues fíjate, primero que lleguen hasta aquí, la guerra se ha acabado. LUIS: Hombre, yo decía suponiendo que este sitio estuviera en otra parte, que no fuera la Ciudad Universitaria, ¿comprendes? Que estuviera, por ejemplo, cerca de los Pirineos.
PABLO: ¡Ah!, eso sí. Pero mientras este sitio esté aquí es imposible que haya una guerra.
LUIS: Sí, claro. Tienes razón.  (PABLO y LUIS se levantan, se sacuden el polvo de sus pantalones bombachos y siguen su paseo.)


En el año 1984 se hizo una magnífica película basada en esta obra teatral. Os dejo aquí el enlace (el fragmento que acabáis de leer se ve a partir del minuto 4:30):



jueves, 26 de enero de 2017

LENGUAJE NO VERBAL

Esta mañana hemos estado hablando del lenguaje no verbal, y de si los signos no verbales eran o no universales. Aquí tenéis una página del libro Suplemento al Dizionario  italiano” (Corraini Edizioni), libro publicado originalmente en 1958 y reimpreso en 2011.


En el libro se explican los signos que utilizan los italianos, según el autor, muy aficionados al lenguaje gestual. Para saber el significado de los gestos, os dejo el enlace de la página: 


Como os dije, espero vuestras aportaciones.


martes, 24 de enero de 2017

TRABAJOS SOBRE ANTONIO BUERO VALLEJO

Dejo aquí dos presentaciones sobre Antonio Buero Vallejo.


La primera es sobre su vida y obra, y la ha elaborado el grupo de Mario, Jaime, Héctor, Rubén, Laura, Elena e Iván:

Abrir presentación

La segunda es sobre las viviendas de la época, y la ha preparado el grupo de Aida, Sara, Elías, Stefan, Andrés, Dawid, Melisa e Iván: 



lunes, 23 de enero de 2017

EL ESPEJO DE MATSUYAMA. COMENTARIO DE TEXTO

Os dejo este bonito cuento para practicar el comentario de textos.


EL ESPEJO DE MATSUYAMA

Cuento popular japonés

En Matsuyama, lugar remoto de la provincia japonesa de Echigo, vivía un matrimonio de jóvenes campesinos que tenían a su pequeña hija como centro y alegría de sus vidas. Un día, el marido tuvo que viajar a la capital para resolver unos asuntos y, ante el temor de la mujer por un viaje tan largo y a un mundo tan desconocido, la consoló con la promesa de regresar lo antes posible y de traerle, a ella y a su hijita, hermosos regalos.
Después de una larga temporada, que a ella se le hizo eterna, vio por fin a su esposo de vuelta a casa y pudo oír de sus labios lo que le había sucedido y las cosas extraordinarias que había visto, mientras que la niña jugaba feliz con los juguetes que su padre le había comprado.
-Para ti -le dijo el marido a su mujer- te he traído un regalo muy extraño que sé que te va a sorprender. Míralo y dime qué ves dentro.
Era un objeto redondo, blanco por un lado, con adornos de pájaros y flores, y, por el otro, muy brillante y terso. Al mirarlo, la mujer, que nunca había visto un espejo, quedó fascinada y sorprendida al contemplar a una joven y alegre muchacha a la que no conocía. El marido se echó a reír al ver la cara de sorpresa de su esposa.
-¿Qué ves? -le preguntó con guasa.
-Veo a una hermosa joven que me mira y mueve los labios como si quisiera hablarme.
-Querida -le dijo el marido-, lo que ves es tu propia cara reflejada en ese lámina de cristal. Se llama espejo y en la ciudad es un objeto muy corriente.
La mujer quedó encantada con aquel maravilloso regalo; lo guardó con sumo cuidado en una cajita y sólo, de vez en cuando, lo sacaba para contemplarse.
Pasó el tiempo y la niña se había convertido en una linda muchacha, buena y cariñosa, que cada vez se parecía más a su madre; pero ella nunca le enseñó ni le habló del espejo para que no se vanagloriase de su propia hermosura. De esta manera, hasta el padre se olvidó de aquel espejo tan bien guardado y escondido.
Un día, la madre enfermó y, a pesar de los cuidados de padre e hija, fue empeorando de tal manera que ella misma comprendió que la muerte se le acercaba. Entonces, llamó a su hija, le pidió que le trajera la caja en donde guardaba el espejo, y le dijo:
-Hija mía, sé que pronto voy a morir, pero no te entristezcas. Cuando ya no esté con vosotros, prométeme que mirarás en este espejo todos los días. Me verás en él y te darás cuenta de que, aunque desde muy lejos, siempre estaré velando por ti.
Al morir la madre, la muchacha abrió la caja del espejo y cada día, como se lo había prometido, lo miraba y en él veía la cara de su madre, tan hermosa y sonriente como antes de la enfermedad. Con ella hablaba y a ella le confiaba sus penas y sus alegrías; y, aunque su madre no le decía ni una palabra, siempre le parecía que estaba cercana, atenta y comprensiva.
Un día el padre la vio delante del espejo, como si conversara con él. Y, ante su sorpresa, la muchacha contestó:
-Padre, todos los días miro en este espejo y veo a mi querida madre y hablo con ella.
Y le contó el regalo y el ruego que su madre la había hecho antes de morir, lo que ella no había dejado de cumplir ni un solo día.
El padre quedó tan impresionado y emocionado que nunca se atrevió a decirle que lo que contemplaba todos los días en el espejo era ella misma y que, tal vez por la fuerza del amor, se había convertido en la fiel imagen del hermoso rostro de su madre.


jueves, 12 de enero de 2017