Hemos trabajado la estructura narrativa. La clásica estructura lineal consta de presentación, nudo y desenlace.
El taller literario que hemos propuesto consistía en escribir partiendo de un desenlace sorprendente. Una vez leídos los relatos, y tras la correspondiente votación, he aquí los cinco ganadores (uno por cada desenlace propuesto.)
Una baraja del tarot y una foto.
Eso era todo lo que mi madre me había dejado de herencia. La verdad es que mi
madre y yo siempre nos llevamos bien cuando era pequeña. Todos nuestros
problemas empezaron durante mi adolescencia. Mi madre trabajaba muy duro para
pagar la casa, la comida, mis estudios... Pero yo no era capaz de valorar eso. Mientras
mi madre trabajaba y hacía horas extra, yo salía con mis “amigos”. Dejé de
estudiar y repetí curso. Al cumplir 18 años me fui del país. Con el tiempo, me
arrepentí de no estudiar. Las lágrimas corrieron por mis ojuos.
-¡Andrea!
Era Juan, mi novio y futuro
esposo. Habíamos vuelto a la ciudad para invitarla a nuestra boda. Fue entonces
cuando nos enteramos de que había fallecido.
-Tengo que irme.
Eché a correr hacia la colina de
detrás de nuestra casa, donde mi madre me llevaba de pequeña a merendar y donde
se habían depositado sus cenizas.
Cuando llegué me puse a llorar.
El ciprés en el que nos apoyábamos en las tardes de verano había sido talado.
Estaba harta. Decidí deshacerme de todo lo que me ataba a aquel lugar. Quemé la
foto con mi madre y la baraja. Junto al viento se fueron las cenizas y todos
mis recuerdos. Lo único que quedó conmigo fue la sombra del ciprés, acompañada
de mis lágrimas y mi frustración.
Rubén Juárez
Dile no al traficante.
(Hace siete días, el propietario
del “Villa smoking every day” murió por enfisema pulmonar. El dueño era un psicópata,
pedófilo y marioso. Su nombre era Mr.
Money, un loco sin más.)
Esa casa ¡la cargaba el diablo
con todos los pecados! Por ello nadie la compraba, pero ese día, un extranjero
llamado Andrés, sin conocimiento, fue engañado por un traficante de casas
integrales. Durante los siguientes días, Andrés encontró en la casa cadáveres,
drogas, aparatos de tortura, armas... además de que en la ducha, en vez de agua
caía sangre de los cadáveres del ático; pero, aun así, el nuevo propietario no
se iba. Después de un tiempo, compró un puzzle y, al acabarlo, un lagarto saltó
sobre la última pieza. Entonces sí, no lo dudó un instante... comprendió que
tenía que abandonar la casa.
Dawid Zielinski
Vietnam
-¡Vete, corre, huye! –me gritó
el coronel Maxwell. -¡Vamos, que te vayas, es una orden!
-¡Coronel, Peter está herido,
tengo que ir a buscarle!
-¡Ese muchacho ya tiene un pie
puesto en el reino de Hades, no lo puedes salvar!
Mantener una conversación
decente en medio de esta lluvia de balas era imposible. La cosa es que los
rebeldes ya habían acabado con el equipo Tigre y Pantera, y quedaba ya muy poco
para que acabaran con nosotros. Uno a uno había visto morir a mis compañeros y
ya solo quedábamos el coronel, Peter y yo, de ahí mi empeño en salvarlo. Se
encontraba a diez metros de nuestra trinchera, escondido entre los matorrales y
era muy difícil que sobreviviera sin atención médica.
-¡Vamos, nenaza, actúa! ¡Yo te
cubriré –me grigó Maxwell.
-¡No vengáis! –dijo Peter.
Entonces, sorprendentemente, el
coronel se levantó y corrió hacia el soldado y entonces... ¡Bam! Mis dos
compañeros, mis dos amigos, mis dos hermanos, allí se quedaron, muertos, en
aquel lejano y terrible país, Vietnam. En ese momento me di cuenta de que estaba
solo, contra más de ciento cincuenta hombres enemigos. No me quedaba otra, lo
tenía que hacer, y así fue como yo, el sargento Gutiérrez, dejé a un lado el
fusil y caminé directo y sin intención de esquivar las balas, hacia las
trincheras enemigas...
Pero espera... ¡Bum! Esta se la
tenía guardada.
Mario Gutiérrez
Los consejos de un
fantasma
Fernando Jueces era un poco
curioso, y como dice el dicho, “que nunca mates al bicho”, o eso creía antes
del acontecimiento que ocurrió en la mansión... Bueno, no voy a hacer “spoiler”,
lo demás tendrás que descubrirlo tú.
Fernando estaba en su casa, era
por la mañana. Fernando siempre estaba intrigado por la casa abandonada. Un día
se hartó y fue a visitar la casa en bicicleta. Llamó a la puerta, no respondía
nadie, pero de pronto... ¡se abrió la puerta! Un fantasma dijo que tendría que
tirar su bicicleta para salir con vida. Sin más dilación, procedió. Siguiendo
los consejos del fantasma, Fernando tiró su bicicleta por un acantilado.
Raúl Peñarando
El amor cuesta
Luisa es una chica de dieciséis
años, estudiante en Harvard, y ha conocido a un chico llamado Juan Carlos, de
diecisiete años. A Luisa no le gusta mucho, pero... qué se le va a hacer. Para
sus amigas, Juan Carlos es muy guapo, pero para ella no.
Juan Carlos es algo, guapo y muy
estudioso. A muchas chicas les gusta, pero a Luisa no. Juan le ha pedido salir
más de cinco veces y Luisa siempre cambia de tema o se va cuchicheando con sus
amigas.
El cinco de abril Juan Carlos le
pidió salir a Luisa y ésta aceptó. Sin embargo, duraron poco, el cuatro de
junio rompieron. Después de casi tres años Juan Carlos se lo volvió a pedir y
aceptó, pero media hora antes de la cita se rapó la cabeza al cero...
Víctor M. Loayza.